LOS AMANTES DE SUMPA Y OCTAVIO PAZ
- Radio Limón
- 14 feb 2016
- 3 Min. de lectura

A 1 Km. de la cabecera cantonal de Santa Elena en la Vía La Libertad – Salinas de la costa ecuatoriana, se encuentra el Museo de los Amantes de Sumpa y allí, los esqueletos de un hombre y una mujer, juntos, cual siameses, atados en la vida y muerte y más allá de ella.
Octavio Paz, premio nobel de literatura está parado frente a ellos, los observa y se pregunta: “¿cómo era entonces?”
La voz del guía del museo suena etérea:
“…las investigaciones realizadas permitieron reconstruir el modo de vida de los antiguos pobladores de las Vegas, caserío en donde se encontraron estos esqueletos que tienen aproximadamente 25 años el varón y 20 la mujer.
Fueron sepultados con cuidado orientados hacia el este: el hombre con su mano derecha sobre la cintura de su compañera y la pierna derecha encima de la cadera de ella, protegiéndola. Mientras que la mujer, está en posición flexionada, apoyando su cabeza en él, sintiéndose segura en él, aun cuando los dos enfrentaban el peor de los momentos de la vida: la muerte”.
“¿Cómo murieron?”, se preguntó Octavio Paz, más inmediatamente el cómo o porqué dejó de tener valor. “¿Que importa el cómo o porqué si la energía de ese abrazo esta viva aún, hoy, frente a mí, 6000 años después; y, 6000 años después seguirá estando viva aún? “.
Allí los ve ahora, juntos, abrazados, como cuando andaban vivos, siameses, unidos en la vida y muerte, par de pájaros volando, surcando en un cielo azul. Ni el tiempo ni el hombre los pudo destruir.
Los ve y ellos lo miran y ellos lo hablan:
“voy por tu cuerpo como por el mundo,
tu vientre es una plaza soleada,
tus pechos dos iglesias donde oficia
la sangre sus misterios paralelos,
mis miradas te cubren como yedra,
eres una ciudad que el mar asedia,
una muralla que la luz divide
en dos mitades de color durazno,
un paraje de sal, rocas y pájaros
bajo la ley del mediodía absorto,
vestida del color de mis deseos
como mi pensamiento vas desnuda,
voy por tus ojos como por el agua,
los tigres beben sueño en esos ojos,
el colibrí se quema en esas llamas,
voy por tu frente como por la luna,
como la nube por tu pensamiento,
voy por tu vientre como por tus sueños,
tu falda de maíz ondula y canta,
tu falda de cristal, tu falda de agua,
tus labios, tus cabellos, tus miradas,
toda la noche llueves, todo el día
abres mi pecho con tus dedos de agua,
cierras mis ojos con tu boca de agua,
sobre mis huesos llueves, en mi pecho
hunde raíces de agua un árbol líquido,
voy por tu talle como por un río,
voy por tu cuerpo como por un bosque,
como por un sendero en la montaña
que en un abismo brusco se termina,
voy por tus pensamientos afilados
y a la salida de tu blanca frente
mi sombra despeñada se destroza,
recojo mis fragmentos uno a uno
y prosigo sin cuerpo, busco a tientas,
Madrid, 1937,
en la Plaza del Ángel las mujeres
cosían y cantaban con sus hijos,
después sonó la alarma y hubo gritos,
casas arrodilladas en el polvo,
torres hendidas, frentes escupidas
y en el huracán de los motores, fijo:
los dos se desnudaron y se amaron
por defender nuestra porción eterna,
nuestra ración de tiempo y paraíso,
tocar nuestra raíz y recobrarnos,
recobrar nuestra herencia arrebatada
por ladrones de vida hace mil siglos,
los dos se desnudaron y se besaron
porque las desnudeces enlazadas
saltan el tiempo y son invulnerables,
nada las toca, vuelven al principio,
no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,
verdad de dos en sólo un cuerpo y alma,
oh ser total...
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