
El primer Papa americano es el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires. Es una figura destacada de todo el continente y un pastor sencillo y muy querido en su diócesis, que ha visitado a lo ancho y a lo largo, incluso trasladándose en medios de transporte público, en los quince años de ministerio episcopal.
“Mi gente es pobre y yo soy uno de ellos”, ha dicho más de una vez para explicar la opción de vivir en un apartamento y de prepararse la cena él mismo. A sus sacerdotes siempre les ha recomendado misericordia, valentía apostólica y puertas abiertas a todos. Lo peor que puede suceder en la Iglesia, explicó en algunas circunstancias, “es aquello que De Lubac llama mundanidad espiritual”, que significa “ponerse a sí mismo en el centro”. Y cuando cita la justicia social, invita en primer lugar a volver a tomar el catecismo, a redescubrir los diez mandamientos y las bienaventuranzas. Su proyecto es sencillo: si se sigue a Cristo, se comprende que “pisotear la dignidad de una persona es pecado grave”.
Su biografía oficial es de pocas líneas, al menos hasta el nombramiento como arzobispo de Buenos Aires. Llegó a ser un punto de referencia por sus fuertes tomas de posición durante la dramática crisis económica que devastó el país en 2001.
En la capital argentina nació el 17 de diciembre de 1936, hijo de emigrantes piamonteses: su padre, Mario, era contador, empleado en ferrocarril, mientras que su madre, Regina Sivori, se ocupaba de la casa y de la educación de los cinco hijos.
Se diplomó como técnico químico, y eligió luego el camino del sacerdocio entrando en el seminario diocesano de Villa Devoto. El 11 de marzo de 1958 pasó al noviciado de la Compañía de Jesús. Completó los estudios de humanidades en Chile y en 1963, al regresar a Argentina, se licenció en filosofía en el Colegio San José, de San Miguel. Entre 1964 y 1965 fue profesor de literatura y psicología en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe y en 1966 enseñó las mismas materias en el Colegio del Salvador en Buenos Aires. De 1967 a 1970 estudió teología en el Colegio San José, y obtuvo la licenciatura.
Mientras, en América Latina su figura se hace cada vez más popular. A pesar de ello, no pierde la sobriedad de trato y el estilo de vida riguroso, por alguno definido casi “ascético”. Con este espíritu en 2002 declina el nombramiento como presidente de la Conferencia Episcopal argentina, pero tres años después es elegido y más tarde reconfirmado por otro trienio en 2008. Entre tanto, en abril de 2005, participa en el cónclave en el que es elegido Benedicto XVI.
San Lorenzo de Almagro
Como buen argentino es un apasionado del futbol. El club de sus amores es San Lorenzo de Almagro, de la Primera División argentina. Curiosamente fue fundado por un sacerdote, el padre Lorenzo Massa. El equipo también conocido como el Ciclón, se sitúa en el barrio de Almagro.
En más de una ocasión ha acompañado a los suyos en los momentos más importantes, y ha recibido camisetas y hasta el carné de socio del San Lorenzo, con el número 88235. Fue quien ofreció la misa por el 100 aniversario del equipo en 2008 y llegó a decir que no se perdió ningún partido de la campaña de 1946. También recordó que en San Lorenzo "no importamos los colores de otro lado, se los pedimos a la Virgen". Al paso de que solicitó que "nunca saquen a María Auxiliadora del club porque es su madre, ya que San Lorenzo nació en el Oratorio San Antonio bajo la protección de la Virgen".
Su padre era jugador de baloncesto de San Lorenzo y cuando era niño solía ir a apoyar al equipo al Viejo Gasómetro. Quizás viene de allí su amor por el deporte y su afición por San Lorenzo.
Minutos antes del partido intereligioso de las estrellas jugado en septiembre del año pasado, el Papa dijo que "El fútbol es un ejemplo de coexistencia que permite excluir toda discriminación de raza, de lengua y de religión”. Sin referirse a los numerosos conflictos en ocasiones debido a rivalidades religiosas existentes en el mundo, el Papa destacó la posibilidad de los creyentes de "mantener su identidad" en el deporte. "La religión debe ser un vehículo para la paz, no el odio", añadió.
Presencia política
El papa Francisco aseguró en una misa celebrada en Santa Marta que “un buen católico” debe participar en la vida política, y sostuvo que “humildad y amor para el pueblo” deben ser características indispensables para quien gobierna.
En la homilía el papa Jorge Bergoglio sostuvo que un católico debe integrarse a la política con “ideas y sugerencias”, pero sobre todo con la plegaria.
Según añadió Francisco, quien gobierna “debe amar a su pueblo” porque “un gobernante que no ama, no puede gobernar: al máximo podrá disciplinar, poner un poco de orden, pero no gobernar”.
“No se puede gobernar sin amor al pueblo y sin humildad, y cada hombre, cada mujer que debe tomar posesión de un servicio de gobierno, debe hacerse esta pregunta: ¿Yo amo a mi pueblo para servirlo mejor? ¿Soy humilde y siento a todos los otros, las diversas opiniones, para elegir el mejor camino?”, preguntó.
En su reciente pontificado se ha reunido con líderes mundiales como Barack Obama, Raúl Castro, Nicolás Maduro, Dilma Rousseff, Vladimir Putin, entre otros. Entre sus acciones políticas más importantes se recuerda que ayudó a que los gobiernos de EE.UU. y Cuba retomen sus relaciones diplomáticas tras 50 años de deterioro político. Con esta historia, pensamiento y proyección el primer Papa latinoamericano visitará Ecuador entre el 5 y el 8 de julio como parte de su primer arribo oficial a Latinoamerica desde su designación. Visitará Guayaquil y Quito, ciudades en la que se espere convoque a más de dos millones de fieles. El Tiempo.