Emilio López, era un agricultor dedicado a cuidar a su familia en el sector de San Pedro, ubicado a unos 10 minutos del centro cantonal. Conforme narra su hermano, nadie lo ganaba en trepar los árboles y a sus 48 años, mantenía intacta esa afición.
El día Domingo 29, visitaba a un vecino, don Juan. Almorzaron a eso de las 2 de la tarde y al despedirse, vió un árbol cargado de guabas por lo que se ofreció bajarlas a lo que su vecino, ya mayor, le dijo que no, que el guabo estaba mojado y era peligroso. Además, era de conocimiento en su comunidad, que Emilio sufría de ataques de epilepsia.
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Sin embargo, el decidió subirse al árbol y se supone que estando en la cima, sufrió un ataque de epilepsia y cayó al suelo. Pasó un buen tiempo hasta que don Juan se dio cuenta de este hecho, encontrándolo boca abajo e imposibilitado de moverse. Estaba consciente y le dijo que le dolía mucho el pecho. Alertó a otros pobladores, quienes llamaron al servicio de emergencia.
Ingresó al Hospital Limón aproximadamente a las 3 de la tarde y estando en emergencia, cuando le tomaban los signos vitales y respondía preguntas protocolarias, falleció.
Emilio era conocido en su comunidad por su buen corazón y su sencillez. El gerente de Radio Limón recuerda una ocasión, en el año 2007, cuando estando prófugo por acusación de terrorismo, Emilio lo encontró en una casa en donde se refugiaba y le dio 10 dólares, a lo que el gerente se negó a recibirlos diciendo: "Emilio no, vos necesitas para tus medicinas" y el le respondió: "toma, nunca me olvido que vos en la escuela siempre tenías una sonrisa y nunca te burlabas de nosotros los campesinos". Emilio mantenía vívida en su memoria, un hecho de hace 30 años atrás. Cuando el tenía que llegar de San Pedro, a pie, luego de caminar por el monte, casi dos horas, para llegar a la escuela Simón Bolivar con sus botas 7 vidas y su morralito de cuadernos.
Tenía además la costumbre, de venir a pie para escuchar la misa de las 7 de la noche, en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, un trayecto (ahora con carretero) desde su casa en San Pedro hasta la iglesia de 30 minutos y regresar, en la obscuridad. Su fe católica fue inquebrantable hasta en el último segundo de su vida.
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