La madre de la hoy difunta exige que se haga caer todo el peso de la Ley para el sospechoso de la muerte de su hija.
En el pequeño departamento con piso y techo de madera aún se ‘respira’ dolor. Hortensia Silva tiene los ojos destrozados de tanto llorar la prematura partida de su hija Shirley, que a sus 13 años murió asesinada con un arma blanca la noche del pasado 26 de septiembre en la ciudadela Ibarra, al sur de Quito. La mujer no logra encontrar resignación y consuelo pese a los abrazos de pésame que viene recibiendo desde que sepultó a su pequeña. Sentada sobre un sillón bastante desgastado, ubicado en la pequeña sala de la casa, ella cuenta que desde que murió su hija le cuesta conciliar el sueño.
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No puede sacar de su memoria la imagen que le quedó luego de ver a su hija ensangrentada y tendida sobre los adoquines. El calvario que está atravesando no se lo desea a nadie y por eso quiere que la justicia haga caer todo el peso de la Ley sobre el presunto responsable del crimen, Carlos H., sobre quien pesa un proceso que la Fiscalía inició por el delito de femicidio. De acuerdo a las primeras investigaciones, la muchacha habría sido asesinada por el propietario de un negocio donde vendían ropa usada. La noche del crimen, la víctima fue a comprar una blusa para completar su uniforme y el hombre intentó tocar sus partes íntimas, pero ella no se dejó y salió del local para avisar a sus familiares lo que había ocurrido. La hoy difunta estaba acompañada por su primo, un niño de ocho años, quien presenció cómo el sujeto la abordó en la vía pública y la apuñaló hasta matarla. Según un informe policial, Shirley tenía al menos 19 heridas ocasionadas por un cuchillo.
La noticia
Silva cuenta que cuando le avisaron que su hija fue apuñalada pensó que se trataba de una broma de mal gusto, pero cuando llegó al lugar y vio a la gente amontonada alrededor del cuerpo de su pequeña intentó lanzarse al cuerpo para ‘despertar’ a la menor de sus seis hijos. En el relato la acompaña Vanesa, su hija de 17 años, con quien más compartía Shirley. Ella nota que su madre comienza a temblar mientras narra la desgarradora historia. La joven se levanta y le trae un vaso de agua para que se tranquilice. La dama de 50 años se repone y continúa el relato diciendo que desde aquella noche no ha vuelto a caminar por la calle Carlos Larrea. “Tengo todo presente. Verle a mi nena ensangrentada en el suelo. Me hago la dura, me hago la fuerte, pero en el fondo sé que nada me va a devolver a mi hijita”, expresa mientras nuevamente es invadida por la angustia. De acuerdo a las primeras investigaciones, la muchacha habría sido asesinada por el propietario de un negocio donde vendían ropa usada. La noche del crimen, la víctima fue a comprar una blusa para completar su uniforme y el hombre intentó tocar sus partes íntimas.
‘Parecía un hombre normal’
Dos días antes del espeluznante hecho de sangre, Silva y su hija Shirley entraron al mismo local del sospechoso. La situación económica que atraviesa la familia los obligó a comprar prendas de medio uso. La chaqueta del uniforme de parada para el colegio de la niña la vendían en ese negocio. Silva cuenta que el hombre que las atendió, hoy detenido, se mostró amable. Les presentó tres opciones de levas para que la niña se pruebe y finalmente se decidieron por la mejor opción. “Nunca noté que le quedó viendo raro o que tenga alguna actitud con mi hija. Parecía un hombre normal porque incluso estaba con un niño chiquito”, dice. Sin embargo, aquel hombre simpático que les vendió la leva esa noche, hoy está investigado por femicidio tras ser detenido en Cuenca un día después del hecho de sangre.
Diligencias ‘post mortem’
Tras la captura del sospechoso, la Fiscalía inició el proceso investigativo y formuló cargos por el delito de femicidio sancionado en el artículo 141 del Código Orgánico Integral Penal.
EL DATO La instrucción fiscal concluye el 26 de octubre.Thania Moreno, fiscal provincial de Pichincha, explica que entre las diligencias hechas por el Ministerio Público está la toma de versión al implicado en presencia de su abogado. “Esta es una regla del debido proceso para escuchar su verdad (del implicado)”, indica. Según la funcionaria, en la diligencia él admitió haber topado las partes íntimas de la menor mientras ella se probaba una blusa. La víctima amenazó con avisar a sus familiares lo que había ocurrido y se sospecha que esto habría motivado al ciudadano a quitarle la vida. Previamente, dijo Moreno, el implicado intentó persuadirle a la muchacha a que guarde silencio regalándole la blusa, pero ella no accedió. “Son 19 puñaladas que le da. Es decir él le estaba asegurando que la niña muera”, señaló. Sobre una valoración psicológica del implicado, la funcionaria informó que no se ha solicitado, aunque aclaró que eso no implica que no se la vaya a realizar, pues constituiría como un elemento importante para la Fiscalía pueda determinar cuáles son los rasgos de personalidad del agresor. Sin embargo, el resultado de esta pericia no ayudaría a que el sospechoso reduzca su pena, al contrario, ayudaría a que Fiscalía sustente su hipótesis en el caso. Las autoridades también ya cuentan con los videos de una cámara de seguridad de una vivienda que registró el hecho. Santiago Requelme, fiscal de la Unidad de Violencia de Género asignado al caso, dispuso que se haga una valoración psicológica al primo de la hoy difunta, quien es considerado como testigo presencial del hecho. Por eso, también su testimonio anticipado respetando su condición de menor de edad. Moreno explicó que el femicidio se sanciona con 22 y 26 años, sin embargo, de encontrarse agravantes podría llegar a 34 años de reclusión para el procesado.
Perfil criminal
El psicólogo Petter Sanipatín, explicó que esta clase de conductas criminales son poco predecibles en los infractores de la ley y vienen dadas por antecedentes de los que fueron víctimas los propios victimarios en etapas cruciales de sus vidas. Dice también que actúan por fijaciones, es decir, por conflictos que vivieron pueden desencadenar una compulsión para cometer delitos sexuales. “Hay quienes buscan maquillar o tapar todo a través de sus actividades diarias. Todo puede depender del grado de compulsión que tengan para realizar estos actos”, explica. Agrega que en ocasiones se ha determinado que esas fijaciones, como por ejemplo a menores de edad, es una fantasía más que se convirtió en un fetiche.
https://lahora.com.ec/noticia/1102105833/la-madre-de-la-nina-asesinada-en-la-ciudadela-ibarra-no-encuentra-consuelo-para-resignarse