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CUENCA: AÚN CON VIDA, FUE ENCEMENTADO

Actualizado: 4 sept 2022



Don José Octaviano Tapia Uzhca salió de su hogar para pasear a sus perros. Se detuvo en la vereda de la casa de al lado para conversar con una vecina. La felicitó por los cambios que le había hecho a la fachada de su vivienda y le preguntó por la salud de su padre. La charla duró unos 10 minutos. Esa fue la última vez que fue visto con vida.



A las 11:00 de aquel jueves 18 de agosto, José Octaviano no estaba solo. A su lado, mirándolo sigilosamente, se encontraba Jordan Anthony Cerda Sanchima, de 18 años, con quien, presuntamente, mantenía una relación sentimental y se convertiría en su verdugo. Este es uno de los casos más macabros de los últimos años en Cuenca.

Tapia, de 63 años, fue hallado sin vida, la tarde del martes 23 de ese mismo mes en el sótano de su vivienda ubicada en el sector El Cebollar, al noroeste de la urbe.

Su cadáver estaba dentro de una tina de cobre y cubierto con cemento. La autopsia reveló que la causa de su muerte fue asfixia por sofocación, pero que además presentaba una herida cortopunzante en el tórax y que fue golpeado en la cabeza con un objeto contundente.


La casa donde se cometió el macabro crimen


De acuerdo a información proporcionada por una fuente policial a EXTRA, Cerda Sanchima, oriundo del cantón Tena, provincia de Napo, es el sospechoso del crimen del azuayo, quien por más de dos décadas residió en Estados Unidos.

Doce días después del hallazgo del cadáver una sobrina de la víctima revela a este Diario cómo descubrieron que su tío estaba muerto y de qué manera habría ocurrido este hecho que, por la forma atroz en que fue ocultado el cuerpo, ha alarmado a los habitantes de esta provincia en donde el número de muertes violentas se ha duplicado. Durante 2022 se han registrado 39 asesinatos; a la misma fecha, en el 2021, iban 14.

En el patio de la casa aún están los muebles de la víctima, familiares impidieron que se los llevaran.


“Vimos que varias personas habían llegado en un vehículo a la casa de mi tío. Estaban sacando los muebles y subiéndolos a un camión. Les preguntamos quién había dado la orden de sacarlos. Nos dimos cuenta de que algo no estaba bien, mi tío no vendía sus cosas, él era muy cuidadoso con sus pertenencias”, indica la allegada.

Entre las personas que retiraban los enseres estaba una mujer que le contestó, en tono enérgico, que ella había pagado 1.500 dólares y que el negocio lo había acordado por redes sociales, que allí publicaron la venta de los muebles y otros bienes de José Octaviano.


Los muebles que se comerciaban en redes sociales


“Exigía los muebles y todo lo que había comprado. Entonces llamamos a la Policía y les autorizamos que rompan las seguridades de la casa, pero nunca imaginamos que nos encontraríamos con una escena tétrica. Adentro todo estaba revuelto, la ropa en el piso, los cajones abiertos y vacíos. Pero nos pareció sospechoso que en la sala no estuviera la tina de cobre. Otro familiar, al bajar al sótano, la vio tapada con una alfombra, esta no solo apestaba, también emanaba sangre y un líquido amarillo”, recuerda.


Antes de continuar con su relato, la sobrina de la víctima hace una pausa y clava la mirada por un instante a la casa donde vivía su tío. “Aunque no lo crea, esto parece una película de terror. Antes de matarlo lo torturaron, le cortaron los dedos. Luego fueron tan osados que se hicieron pasar por él para vender sus cosas. Incluso el hombre que vivía en su casa desde hace tres meses y que se ganó su confianza tuvo la audacia de ponerse su ropa y sus joyas. Todo lo hizo por dinero”.

En el patio de la casa aún están los muebles de la víctima, familiares impidieron que se los llevaran.


Interior de la vivienda donde se cometió el crimen


Con el hallazgo del cadáver de José Octaviano no solo inició el duelo, sino una pesadilla para la familia Tapia Uzhca, pues sospechan que el crimen fue ejecutado por más de una persona y que, probablemente, los asesinos aún acechan el sector en el cual han habitado por más de tres décadas y en donde han crecido sus hijos y nietos.

José Octaviano residió en Manhattan, Nueva York, hasta 2017, donde trabajó como chef en un restaurante. Era el segundo de ocho hermanos. Nunca se casó, tampoco tuvo hijos.


Amable y conversador

Quienes residen en la calle Platón y José Ortega recuerdan a José Octaviano como un vecino amable y cortés que por las mañanas tenía la costumbre de limpiar el portal de su domicilio y sacar sus mascotas a pasear.

La venta de los bienes fue publicada el 21 de agosto en Internet y con el perfil de Octavio Tapia.


Investigadores recopilando pruebas


“Siempre lo veíamos barriendo la banqueta de su casa, era un señor amistoso, tranquilo, no se metía con nadie, saludaba a todos. A veces me llamaba para que le vendiera un tanque de gas. Nunca tuvo una actitud pedante o malcriada con nadie del barrio. Lo mataron cruelmente”, narra un morador.


Otra lo describe como el vecino conversador, con el que compartió hasta su adolescencia y con quien en la actualidad, tras su regreso al país, conversaban mientras sacaban sus perritos a pasear o limpiaban el portal de sus domicilios. “Un día antes de su desaparición me dijo: ‘Vecina, está linda la casa, ¿cuándo es la inauguración?’”.


Ella rememora que días antes, José Octaviano estuvo con ese muchacho pintando la fachada de su vivienda. “Es un chico trigueño, parecía que no mataba ni una mosca, tiene una mirada fija. Por sus facciones se notaba que no era de Cuenca”.

Sepultado con funda en la cabeza



El fiscal provincial de Azuay, Leonardo Amoroso, explicó que el cadáver de José Octaviano estaba en posición decúbito dorsal (boca arriba), cubierto con concreto y con varias huellas violencia.

“Una sobrina dijo que el jueves almorzó con él y que al día siguiente recibió un mensaje desde la red social de su tío en el que le pedía prestados 30 dólares porque tenía que pagar una deuda, luego le pidió otra cantidad de dinero. Esa misma noche se percata de que están ofertando ciertos muebles a través de las redes sociales. Los vendían a través del perfil del occiso”, explicó.


Aún no se ha podido determinar si es que la víctima fue metida a la tina de cobre todavía con vida, ya que posiblemente por el golpe en la cabeza quedó sin conocimiento. “Probablemente, cuando fue cubierto con cemento se produjo la asfixia por sofocación.

El caso está en investigación previa. Se ha dispuesto varias diligencias como reconocimiento del lugar, levantamiento de información, cámaras de seguridad, versión de familiares, versión de la persona que compró los muebles”, detalló Amoroso.



El coronel William Egas, comandante subrogante de la Subzona Azuay, reveló que de acuerdo a las investigaciones entre la víctima y la persona que vivía en su domicilio, sospechoso del asesinato, existía una relación sentimental y que, al parecer, hubo un inconveniente entre los dos que dejó como resultado la muerte violenta. “No sabemos cuánto tiempo tenían, pero había una relación sentimental entre la víctima y el victimario.


El señor tenía heridas de arma blanca, posterior a eso fue puesto en la tina y cubierto con cemento”, señaló.

Por su parte, el coronel Jorge Haro, jefe de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida y Muertes Violentas, (Dinased) en Azuay, informó que antes de que metieran a la víctima en la tina le colocaron una funda en la cabeza y que probablemente esto pudo ser la causa del deceso.



“Para sacar el cadáver de la tina, que estaba en el sótano, se necesitó la colaboración de equipos especializados del Cuerpo Bomberos. El señor era coleccionista y utilizaron su perfil de Facebook para vender cosas”, indicó.

Agregó que el caso es investigado como un robo con resultado de muerte y que el presunto asesino es de la región Amazónica, posiblemente el Tena.

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