Camila tenía solo 12 años cuando su infierno comenzó. Hace casi 10 años, sus padres enfrentaban una profunda crisis económica que los empujó a migrar a Estados Unidos, por ello, dejaron a su hija en manos de su maestra escolar, y ese fue el comienzo de su calvario.
Según diario Expreso —que dio a conocer la historia— la profesora convenció a los padres de dejar a Camila y a sus hermanos de 6 y 8 años en sus manos para darles amor y protección. Los progenitores accedieron y, así, los tres terminaron en el domicilio de la educadora, ubicado en el cantón La Troncal, provincia de Cañar.
Hace tres meses, Camila se armó de valor para reunir 1 dólar con 50 centavos, tomó al niño de cuatro años que dio a luz durante el encierro —producto de las violaciones— y logró escapar de la habitación en la que permaneció por una década.
Entre lágrimas, la joven de 21 años contó a Expreso que al principio la educadora, quien mantuvo una relación extramarital con su padre, los trataba bien, pero luego comenzaron los maltratos. "Cuando cumplí 12 años me decía que yo nací para ser una mujer de la calle y mis hermanos marihuaneros”, dijo.
Además, reveló que frecuentemente el hermano de la profesora abusaba sexualmente de ella, y la dejó embarazada. "A veces cierro los ojos y me imagino que otra vez estoy en ese cuarto, encerrada con candado y contando las horas, porque sabía que todos los días a las 03:00 ese hombre entraba para violarme”, agregó.
Su agresor sexual también se encargaba de amenazar a la joven con matarla a ella y a sus hermanos si un intentaba escapar de su habitación.
La joven contó que sus hermanos vivían una situación similar de maltrato y que, al no tener contacto con sus padres, la maestra aprovechaba para abusar de ellos de manera física y psicológica. En marzo, se enteraron de que su padre murió por COVID-19 y que su madre no podía volver porque tiene un juicio.
“(La profesora) no nos alimentaba, no nos dio educación, solo estudié hasta octavo año, tampoco nos compraba ropa a pesar de que mi padre le daba dinero. Ella le decía que estábamos bien, no nos permitió tener comunicación con mi madre. Nos repetía que ella no nos quería. A mis hermanos los hacía dormir en la calle y no les daba de comer. Sabía lo que me hacía su hermano, escuchaba mis gritos", relató.
¿CÓMO ESCAPÓ?
A finales de marzo de 2022, la joven decidió escapar. Aprovechó que estaba sola en casa, tomó a su hijo y huyó. “Cada vez que me encontraba una moneda, la ‘tapiñaba’, ya me había dado cuenta de que el candado estaba dañado, por lo que aproveché para escaparme, pero no pude llevarme a mis hermanos. Temo por sus vidas”, relató al medio.
Su abogado Kelvin Ronquillo explicó que la joven colocó dos denuncias en contra sus agresores por violación y violencia psicológica. Además, reveló la tortura a la que fueron sometidos los tres jóvenes.
“Esta señora sabía todo lo que estaba pasando, ella fue autora y cómplice, incluso los torturaba metiéndolos en un tanque con agua, estas personas deben pagar por lo que les hicieron a estos niños”, dijo.