Fabricio Sánchez, de 28 años de edad, había decidido viajar a los Estados Unidos, lugar en donde reside desde hace algunos años su padre, en busca de mejores días.
Trabajaba en el cantón Limón como chofer municipal y con el cambio de administración, decidió migrar. Era muy querido por su don de gentes hacia todos.
La semana pasada, se despidió de su madre, hermanas y amigos y llevó ha su hijo de 6 años, fruto de su primera esposa, quien falleció trágicamente en la parroquia Indanza hace cinco años.
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Aprovechando que tenía visa para Mexico, país fronterizo con los Estados Unidos el viaje se le facilitaría en la mitad.
El sufrimiento al que los migrantes que salen al país del norte, empieza en centroamérica y conforme se acercan a su meta, la peligrosidad se incrementa. A veces pierden extremidades o la vida en el Tren de la Muerte, a veces son asaltados por pandillas o mordidos por serpientes en el camino. En la frontera mexicana, los zetas son el terror de los migrantes, luego si avanzan a sortear estos riesgos, El Río Bravo les espera y ya en los Estados Unidos, el desierto o las heladas nocturnas.
Sin embargo para Fabricio hasta ayer, la fortuna le sonreía. Cruzó la frontera mexico-estadounidence en pocas horas y acariciaba el sueño americano en su suelo, Texas.
Pero, paradojas de la vida, el esfuerzo le afectó el corazón. Se sentía mal, las fuerzas lo abandonaban, el corazón le palpitaba fuertemente, se mareaba y antes de perder totalmente las fuerzas, solo alcanzó a decir a un amigo con quien, salió desde Ecuador: "por favor cuida a mi hijo", y falleció.
Sus familiares al momento, embargados por el dolor, buscan repatriar su cuerpo. Se conoce que el niño ya está en New York, estado al cual Fabricio, intentó llegar para dar mejor vida a sus seres queridos.