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ESTADO DE LA GUALACEO-LIMÓN


Al parecer, una maldición se cierne sobre el cantón. El asfalto no mismo quiere llegar. Parece animal chúcaro, indomable; a veces se deja acariciar pero, repentinamente patea de sorpresa y fuerte, lanzándonos por los suelos. Otros cantones, sin desmerecer su importancia, pero sin la trascendencia económica ni historia de este, disfrutan ya de vías de primer orden y con ello, de los beneficios de la comodidad e inmediatez para realizar actividades como intercambios comerciales, turísticos y familiares.

El cantón Limón Indanza, no se merece la insultante vía que recibe como pago a su existencia heroica. Este pueblo fronterizo por su presencia, evitó mayores cercenamientos del territorio ecuatoriano por parte de nuestro vecino Perú.


Revistas de 1945 y 1954 hablan a saciedad de la importancia de la vía Gualaceo-Limón

Prohibido olvidar nos diría el presidente, que existe sangre limoneja derramada por la integridad territorial. Prohibido olvidar también, que la existencia de este pueblo permitió que el progreso llegue al resto de cantones. Pensar en el Macas, Méndez, Logroño, Sucúa, San Juan Bosco o Gualaquiza como los vemos ahora, pujantes, vitales, sin la antigua vía que se construyó con el esfuerzo de los limonenses, a pico y pala en heladas peñas y a veces, con sus cinturas amarradas a sogas y colgando desde lo alto para domar el Ingamullo a cincel y combo, sería una injusticia histórica e ingratitud insana.

Afortunadamente no es así. Alcaldes vecinos han manifestado su preocupación y malestar por el incumplimiento en la culminación del asfaltado. Una vía concluida como la que se merece nuestro pueblo, aumentaría automáticamente la productividad no solo del cantón sino de la provincia entera, a más de la autoestima social, bien intangible necesario para que la creatividad productiva se amplifique.


Lamentablemente hasta el momento, cosechamos huecos por doquier y profundos baches llenos de agua. Desde que salimos del Plan de Milagro hacia la sierra, la incomodidad de los sobresaltos es nuestra fiel compañía hasta llegar al puente de la antigua toma de agua en Gualaceo. Tres horas llenas de tortura sumadas a la preocupación de que los artículos que llevamos como carga lleguen destrozados o en mal estado.


Pero la incomodidad en realidad no asoma cuando salimos del Plan de Milagro, sinó, desde Limón Indanza mismo. No existen baños públicos en los cuales los usuarios se preparen para el largo viaje. Con recelo y a riesgo de recibir alguna respuesta no esperada, se acercan a los restaurants a veces obligados a consumir algo para que no suene a grosería el pedir un baño.

Ello no es todo, queda esperar que el bus no llegue lleno y estar a la caza del momento en que aparece para “volar a coger puesto”. Si somos afortunados, el bus no estará lleno, otras veces sí y por la necesidad, no tendrémos mas alternativa que viajar parado o de rato en rato, sentarnos en los mangos de los asientos.


Todas estas penurias solo nos preparan para algo más siniestro. Algo que nos hiela la sangre y nos pone a rezar El Rosario: Ingamullo.


En Ingamullo, todas las penurias del viaje nos parecen chiste comparado a lo que enfrentamos . Vemos al río como un hilito y nos estremece la altura desde la vía en la cual, el ancho de las llantas no permiten que el chofer cometa un error de 20 centímetros. Nuestra vida está en las manos del conductor. A ratos parece que las llantas traseras se fueron en blanco e iremos en caída casi de plomo para aterrizar en el río, una caída libre de 200 metros.


Qué situación peor que esta podría pasar ese momento? El que el chofer tenga que dar paso a otro auto y deba dar retro. Uno reza a muchos santos a prisa para que el chofer no se haya peleado con su mujer o su novia y decida desquitar su ira ese momento. Gracias a Dios no es así, nunca ha ocurrido a un bus y nosotros, estamos felices y respiramos tranquilos de no ser los primeros.

Hemos pasado el peligro y nos regocijamos, ahora nos acercamos a Gualaceo pero, a nuestra derecha asoma un infame letrero: "Consorcio Gualaceo-Limón, Construyendo Futuro", nos dá el peor sacudón del viaje. Nuestra cabeza se dá contra el techo del bus. Cual futuro nos preguntamos? El nuestro?, el de ellos?, quien sabe. Lo que si se sabe con certeza es, que ninguna empresa vial antes de esta, mimada, recibió de premio a su ineficacia, tanto ultimatum trás ultimatum.


Un velo de misterio rodea al letrero y a su significado. Los moronenses, incluidos sus asambleístas -el uno gobiernista y el otro de oposición, que en esta ocasión parecen que obran de muto acuerdo y silencio pues ni en sus cuentas de face mencionan a la Guala-Limón, saben que nos dieron gato por liebre. Gato y con sarna.

Como es posible que una obra tan necesaria para el progreso de un pueblo haya quedado en las manos de una compañía que no existió en nuestra memoria?. Como es posible que se haya dejado a lado a otras constructoras con antecedentes de excelencia en vialidad y, cuyos trabajos ya vimos realizados sin escuchar pretextos como la de los directivos del consorcio Gualaceo-Limón, apadrinados del inspector de la vía, de que por lluvia no pueden seguir?. Y, la pregunta del millón: porque los asambleistas no usaron su faculdad y deber fiscalizador, acción por la cual resultan exelentemente bien pagados?

Mientras tanto a los emprendedores que pese a todo siguen haciendo patría aquí, les queda el consuelo de que con unos alevines de tilapia donados por el Consejo Provincial y lanzados a esas piscinas que se formaron naturalmente en la vía, se obtengan los ingresos necesarios para algún día, empedrarla.


Defendamos a la Patria construyendo la carretera Gualaceo-Limón Yaupi, era en 1954 la Necesidad Nacional.

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