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SANTUARIO NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE: CUANDO LA FE MUEVE MONTAÑAS




En un evento que será recordado en la posteridad por esta y futuras generaciones, el día Sabado 10 de Diciembre del presente año, la iglesia del cantón Limón en la provincia de Morona Santiago, se transformó en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en un evento sin precedentes que a mas de reforzar la obrá pública del cantón con la Iglesia mas hermosa de Morona Santiago, reforzó la fe de los feligreses, a quienes se debe que el nuevo templo haya podido ser realizado.







Esta fe fue premiada el día de ayer y los limonenses, están orgullosos de tener el primer Santuario Guadalupano del país en su cantón.

El trayecto no ha sido facil, en una época en la que los fieles devotos han visto debilitar su economía y los costos de construcción elevarse, mantener de pie el sueño del padre Tomas, de origen peruano, parecía imposible. Sin embargo, la fe y la tenacidad mueven montañas.

Gente de todos los rincones del cantón y la provincia, los limonenses residentes en los Estados Unidos, las autoridades políticas, la Radio Limón y diversos ciudadanos del país, aportaron algo de si para que la obra que fue iniciada por el padre Daniel y el padre Bolivar no se detenga. Hoy, todos cosechan los resultados de su esfuerzo. Una iglesia hermosa, amplia, moderna, funcional y elegante.





La solemne ceremonia religiosa de inauguración inició a las 10 de la mañana con los fieles creyentes copando todos los rincones de la iglesia en la parte alta y baja. Un grupo de 35 sacerdotes y 2 obispos, ingresaron al altar mayor acompañados por la música de un grupo juvenil apostado en el altillo. Entre ellos, figuras emblemáticas de la fe y del desarrollo de este pueblo: el padre Silverio, el padre Callejas, el padre Lino, el padre Cabrera, el padre Mitayo (obispo hoy) el padre Julio, el padre Emilio y otros que sirvieron a los limonenses y cuya presencia trasladó en el tiempo a los hoy adultos y entonces niños de escuela.






Pese al implacable tiempo, todos ellos "igualitos" a como cuando dejaron nuestro pueblo entre lágrimas. Quien no se encariña de vivir en Limón?. Allí estaban con sus bromas, sus sonrisas, puras, seres humanos que dejaron vidas cómodas por predicar el evangelio, para servir con mayúsculas a los oprimidos en lugares que en ese entonces no existían ni en los mapas.

Fue una bendición verlos vivos, juntos, vitales.

La noche anterior, en la serenata a la Virgen Guadalupana, el corazón de los limonenses ya estaba jubiloso: ante cientos de asistentes, apareció el padre Silverio y la comunidad lo aplaudió a rabiar junto a gritos de "que se quede", "que se quede", el sonreía y pasó a cantarle a la Virgencita Morena.







Al día siguiente, era el quien desbordaba de alegría cuando ingresó la réplica de la Virgen de Guadalupe enviada desde Mexico como donación al Santuario Guadalupano del cantón.

El pueblo junto a sus autoridades religiosas y políticas compartiendo la fe que no encadena: libera; la fe que no embrutece: ennoblece.

Tal y cual como lo explicaba en su sermón monseñor Nestor Montesdeoca, una fe junto al oprimido, junto al olvidado, una fe que no contradice a lo medular de la política: Servir.



Y así, entre ritos de incienso y aceites sagrados, entre cantos de júbilo y aplausos, concluía un evento que renovará y revitalizará la fe de un pueblo que a dado tantos sacerdotes católicos y monjitas al país; ahora, en tiempos en los cuales las nuevas adicciones a las drogas, al feis y a lo que atenta los valores nobles del humano, parecen ser la doctrina que absorbe a los jóvenes del cantón y la provincia.



Pasaran años desde ahora y los presentes no olvidarán esta fecha en la cual, el orgullo de pertenencia a un sitio, estaba identificado al orgullo de pertenencia a la fe: nuestra fe católica. Una fe a la que por no contradecirla, demandará de nosotros valentía y solidaridad por los indefensos.





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