■ Honores militares fúnebres a la Ultima Heroína de la Frontera Sur Jacinta Avila en el cementerio de Chacras
A los 102 años de edad, entregó su alma al Creador, la ameritada damita fronteriza, que en vida se llamó Jacinta María Avila Hurtado, hecho luctuoso que conmovió a los pueblos fronterizos de esta región de la patria ecuatoriana, por ser una de las heroínas sobrevientes, de la guerra que sostuvieron los paises de Ecuador y Perú en el año de 1941.
Recientemente el Ejército Ecuatoriano, a traves de la Junta Patriótica de Chacras, reconocieron en vida su estirpe de mujer valerosa, que contribuyó a enaltecer de orgullo la soberanía nacional, por ser defensora de la heredad territorial, quien vivió toda su vida vigilando la frontera de este sector del país, librando mas de mil batallas con los vecinos del sur que siempre buscaron usurpar nuestras tierras.
El Ejército la consideró, como la última heroína del Ecuador, vivía en la comuna de Balsalito, tuvo siete hijos, Emiliano, Martiana, José y Elena Alburqueque Avila, que están ya fallecidos, sumados a Natalia, Yolanda y Cármen Castro Avila, quienes lloran desconsoladamente la partida de su ser querido.
La longeva nació en el siglo pasado, en el año 1917, en el sitio Balsalito, destacando que desde su infancia hasta ayer vivió en lugar donde la vieron nacer, quien desde muy pequeña, se destacó entre sus demás hermanos, ayudando a los quehaceres del hogar y los trabajos agrícolas junto a sus padres. Tenía 24 años, cuando le tocó sobrevivir los estruendos de la guerra con el antes enemigo secular del sur, a lo que estaba acostumbrada a escuchar los disparos de los torpedos y cañones peruanos.
Ella contaba que resistieron la avalancha de la guerra, que nunca abandonaron su tierra a la cual la defendieron con honor y valentía, más aún, colaboró para evacuar a los soldados caídos en combate, así como también en la reconstrucción de la frontera, que quedó hecha pedazos, en la demarcación de los hitos en el año 1942, fricciones que continuaron hasta 1998 que se firmó la Paz con el Perú.
Su longevidad se atribuye a la buena alimentación con productos que la familia sembraba, que eran cultivados sin insecticidas, buena leche de chiva, carne de guanta y venado, solo a la ciudad salían a comprar el arroz, azúcar y otros comestibles; así como también al buen reposo, dormir las horas completas y evitar las preocupaciones.
Sus padres fueron Teodoro Avlla Aponte e Isidora Hurtado Honores, natural de Mangahurco, provincia de Loja. Ella recordaba el paso del tiempo con mucha lucidez, recordando que a los seis años, su madre le enseñó a leer y a escribir, aparte de la educación le enseño a coser y bordar; dijo, que siempre acompañaba a su padre a la parcela ayudándole a las tareas agrícolas.
