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PENSÓ QUE TENÍA EL CORONAVIRUS Y PARA PROTEJER A SU FAMILIA SE SUICIDÓ INCENDIÁNDOSE



Haber perdido a un hijo hace cuatro días y que le hayan suspendido una intervención quirúrgica por la emergencia sanitaria que atraviesa el país fueron las causas por las que Segundo Darío Vizuete Orosco, a decir de familia, decidió suicidarse.


A sus 84 años y sumido en la depresión salió de su casa a las 04:00 del sábado y se dirigió hasta el parque que está al frente del hospital cantonal de Yaguachi. Se bañó en combustible, se arropó con una sábana blanca y se prendió fuego.



La decisión que había tomado, al parecer, fue determinante, pues nadie a esa hora de la madrugada y estando cerca del centro de salud vio ni escuchó nada.


Fue a las 06:00 del mismo día, cuando los moradores de la avenida Manuel Páez Ruiz encontraron el cuerpo calcinado y decidieron alertar a las autoridades.


Encontrar a los familiares de la víctima no fue tan complicado, pues al hacer unas averiguaciones por el sector, los agentes de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones (Dinased) dieron con el paradero de su hija y compañera de casa, Lucy Vizuete Sánchez. Ella llegó al lugar de los hechos y constató que se trataba de su padre, aquel que unos días antes le había contado sus intenciones de suicidarse.



Sin encontrar consuelo a la partida de su progenitor, la mujer les contó a los agentes que don Segundo, como se lo conocía en el vecindario, estaba mal anímicamente.


Aparte del hijo que falleció días antes a causa del coronavirus, ella era quien lo acompañaba, pues sus otros tres hijos no tenían contacto con él.


 
Me dijo que iría al parque a tomar aire, no le tomé mucha importancia y seguí durmiendo.

Lucy Vizuete, hija del fallecido 

 



“Él me había dicho que se quería suicidar”, les mencionó Lucy a los agentes de la Dinased, mientras realizaban el levantamiento del cadáver, agregando que aquella madrugada su padre salió de la casa con la excusa de ir al parque a caminar. Luego regresó y volvió a salir diciendo que tenía calor y tomaría algo de aire. Esa fue la última vez que su hija lo vio con vida.



En el lugar donde decidió ponerle fin a su existencia solo quedaron unos zapatos calcinados y una enorme mancha negra, creada por el fuego que lo envolvió y lo alejó de este mundo.


Con la orden del fiscal Edison Daquilema, el cadáver fue llevado a la morgue de Milagro para la autopsia pertinente y posterior sepelio. El fallecido era jubilado, se dedicó gran parte de su vida a conducir la ambulancia del hospital cantonal de Yaguachi.



De manera extraoficial y según los rumores por parte de la comunidad que lograron escuchar los agentes encargados del levantamiento del cuerpo, el fallecido había llegado a pensar que era portador del COVID-19 y no quería perjudicar a los suyos. Sin embargo, nunca se pudo confirmar o descartar si padecía o no de la enfermedad. La familia tampoco se pronunció al respecto.


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